martes, 12 de abril de 2011

Rivadavia al 14001

Resplandores rojos manchan e iluminan el cielo, como amenazando sangrar sobre todos nosotros.
Todos caminan y sobreviven sin notar la belleza que los rodea y afecta en sus vidas.
Están esas hojas que caen sobre las cabezas para luego morir en el suelo, amarillo y naranja, un crujido tan único que no puedo imaginar vivir sin él.
Por las mejillas de los desprevenidos corren hermosas y cálidas gotas sin sabor, una mas especial que la otra. Las veo formarse muy arriba e imagino el momento en el que comienzan caer para terminar sobre mi.
Desde un blanco impoluto hasta un negro perfecto cambian las formas en mi cielo, un anaranjado sin igual marcas las veredas y casi imperceptible se puede escuchar un bandoneon llenando los rincones oscuros de los cordones pintados de amarillo.
También unas lineas en desorden absoluto mantienen la paz de aquellos que no las miran, surcando todo espacio viajan sin preocuparse alimentando a todo y todos provocando el terror al caer.
Dibujos estáticos y sin vida marcan esa diferencia a la nada, cada uno de ellos tiene horas y esfuerzos que no tienen importancia, ya que no logran el impacto deseado sobre quien se pretende.
Un repiqueteo uniforme de un par de tacos llama la atención de los que ven, son creados por una criatura delicada, hermosa y mas que nada peligrosa. Pasa como un péndulo hipnotizando a los que la desean, los llama sin hablar para que estos griten sus mejores ideas y ella sigue su camino como si no importase, pero sabe que no es así.
Cada día es igual al anterior sin que ocurran los mismos sucesos, y unos pocos quieren escapar de ese mundo inundado de amor, odio, belleza y horror.

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